Monstruo antropomórfico catalán que vivía oculto en el valle del Tec (Vallespir), en las montañas pirenaicas. Su hábitat son los árboles de los bosques pirenaicos, donde se alimenta de frutas, pero no puede beber agua, por ser veneno para él.
Muy peludo, fuerte y olor desagradable. Emite chillidos y su aspecto es simiesco este es la descripción que responde de supuestos hombres monos que habitan en diferentes zonas del mundo, pero buena parte de la cordillera de los Pirineos, que limitan Francia de España, existen evidencias de estos extraños seres, que desde hace siglos son conocidos como simiot.
De índole malvada, provocaba tormentas e inundaciones que destruían los cultivos. También secuestraba a los niños, a los que se llevaba al bosque de donde no volvían.
Algunas veriones tambien le otorgan cuernos, garras y los pies de cabra. Tanto por su aspecto como por su hábitat, los simiots están directamente relacionados con los seres de los bosques de la mitología clásica: Pan, Silvano, faunos y sátiros, que el cristianismo trató de demonizar en siglos posteriores asociandolos con el diablo.
Sus leyendas aparecieron hace siglos, con las huellas surcadas en las heladas cumbres o los húmedos bosques. Donde más presencia literaria ha tenido este ser es en el sector norte el Pirineo catalán, en la comarca de Vallespí, una zona de espesos bosques y húmedos prados donde fluye el bravo río Tec.
Sus primeras noticias datan del siglo X, donde cuenta que estas comarcas fueron invadidas por extrañas criaturas mitad humanas, mitad bestias que atacaron a los pobladores del lugar principalmente niños y mujeres, produciendo verdaderas carnicerías. Relataban que incluso entraban en las casas de los campesiones para acometer sus atrocidades.
Ante tal deseperación de miedo, los lugareños pidieron al abad de Arlés Arnulfo que marchara a Roma para pedir ayuda. Allí, Juan XII (955-963) despachó rápidamente al prior, ofreciéndole como protección ante aquellas criaturas, las reliquias de Abdón y Senén. Parece ser que este remedio dio sus frutos, ya que en cuanto llegaron estos restos la invasión de simiot se redujo.
En el pueblo de Arlés-sur le Tec sigue vivo el recuerdo de estas criaturas donde tienen una calle con este nombre. Sus figuras están esculpidas en la arquitectura del pórtico de la Iglesia de Santa María.
En 1591, el párroco Miquel Llop les echó la culpa de las calamidades que sufrían los campesinos en sus granjas.
Hay noticias en el siglo XVIII que uno de ellos fue capturado y fue paseado por las distintas ferias y mercados de Europa, al que alimentaban de pan y leche ya que no tenía dentadura. Sobre el final de este hombre mono no hay noticias.
Los simiots fueron expulsados por el monje Arnulfo, capellán de Arlés de Tec, en 1072 utilizando para ello las reliquias de los santos Abdón y Senén, a los que popularmente se les conoce como San Nin y San Non.
En Arles de Tec, la festividad de estos santos se celebra el 30 de julio, y ese día se reparte a los frailes el agua que brota del sepulcro de los santos, a la que se le atribuyen virtudes milagrosas, como la curación de la lepra en el siglo XIII al caballero Guillermo Gaucelme, cuyo relieve en forma de cruz está situado sobre la tumba y al que le falta un trozo de la nariz como testimonio de la lepra que las aguas le curaron. En el pórtico de la iglesia de Santa María de Arles de Tec, fundada en el año 778, están representados los simiots.
Imágenes[]
Fuentes[]
- Seres míticos y personajes fantásticos españoles. Martín Sánchez.