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MARIA CUCHILLA

También nombrada como Maria Cuchillas o Maricuchilla, Según se dice, se trata de un espíritu condenado de una joven de clase humilde que vivía en Oviedo en el Siglo XVIII ó XIX. Su personalidad es sanguinaria y aparece por las noches blandiendo un enorme cuchillo ensangrentado.

Historia[]

En las cercanías de Oviedo hay una cueva de rocas rojizas de la que fluye un manantial. Durante muchos años, el lugar ha sido conocido como la Cueva de Maria Cuchilla.

María era una muchacha muy hermosa y soberbia, que se sentía superior a todos los que la rodeaban, especialmente los hombres, a los que despreciaba en cuanto se acercaban a ella. Se contaba de caballeros que se habían vuelto locos ante sus desdenes, e incluso que llegaron a quitarse la vida al no poder soportar el desamor de la bella joven.

Un día, llegó a las afueras de la ciudad un ermitaño, y se instaló en una choza del monte para rezar y hacer sus penitencias. Entre las gentes del pueblo, empezó a tener fama de santo.

Así, varias mujeres llevaban limosnas al ermitaño, y entre ellas, la bella María. Y aunque el ermitaño estaba flaco, y sus vestidos eran harapos, la joven encontró bajo aquel aspecto un hombre muy atractivo, y se enamoró perdidamente de él.

Perdiendo su altivez y su soberbia, comenzó a visitar a menudo al ermitaño, y al poco tiempo, le declaró sus sentimientos e intentó seducirle, utilizando todos los recursos que le permitía su belleza.

Sin embargo, sus esfuerzos fueron inútiles. El ermitaño sólo prestaba atención a su vida de oración y caridad, y no se inmutó ante los esfuerzos de la muchacha, que al poco tiempo tuvo que apartarse de él, sintiéndose triste y humillada.

En esta lamentable situación, decidió ir a ver a una bruja famosa por su capacidad para conseguir lo que parece imposible. La bruja convocó al Diablo, que se apareció ante ellas.

Cuando consiguió tranquilizarse, la muchacha le contó su deseo de conseguir el amor del ermitaño. El Diablo le respondió que le ayudaría, si en la noche siguiente degollaba en su honor a un niño de su propia familia, en un lugar cercano a la choza del ermitaño. Después, le dio una gran cuchilla para que cometiese el sacrificio.

Enloquecida por sus deseos, y quizá hechizada por la bruja, en la noche siguiente levantó de la cuna al más pequeño de sus hermanos, le llevó al lugar que el Diablo le había indicado, una gran cueva llena de murciélagos, y allí degolló al niño con la cuchilla. La sangre corrió por el suelo de la cueva y la muchacha, horrorizada y arrepentida, corrió buscando ayuda, hasta encontrar al ermitaño, al que contó su crimen.

El ermitaño la escuchó pacientemente, y preguntó a Dios qué debían hacer en este caso. Y por fin, cuando empezaba a amanecer, pudo darle una respuesta: su crimen era tan grande que quedaba condenada a permanecer en aquella cueva eternamente, utilizando la cuchilla por los siglos de los siglos, intentando limpiar con ella la mancha de sangre hasta que consiguiese borrarla. Desde entonces sería conocida como María Cuchilla.

La gente asegura que, todavía, en ciertas fechas, es posible verla arrodillada en el suelo de la cueva, desmelenada, con su ropa hecha jirones, llorando a gritos, mientras acuchilla sin descanso las rocas teñidas por la sangre de su hermanito.

Versiones[]

Existe otra versión en la que María Cuchilla no estaba enamorada de un ermitaño, sino de hombre rico, pero este la ignoraba, así que pidió ayuda al Diablo, que le pidió a cambio de su ayuda que sacrificase a su hermano. María obedeció pero su hombre fue avisado de lo ocurrido y encontró a María tras cometer el crimen, maldiciéndola y condenándola a limpiar la sangre de la cueva hasta que sus lágrimas se mezclasen el agua de lavar, indicando así su arrepentimiento.

Sea cual sea la versión, María Cuchilla es considera la patrona de los crímenes sin resolver (los cuales algunos consideran que son obra suya), y que aparece por las noches portando cuchillos manchados de sangre.

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