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Ijana de aras

Las ijanas de Aras eran unas elementales femeninos que habitaban el valle de Aras. También eran conocidas en menor medida como onjanas. Eran de carácter revoltoso, juguetón, burlón, alegre y goloso, además de pícaro como el trenti o el tentirujo. Se les ha llegado a confundir con las ojáncanas, de un solo ojo.[1]

Vivían bajo tierra, en cuevas con la entrada oculta. Disfrutaban de la miel y de los dulces que robaban a los campesinos. Vagaban por las montañas, bebiendo de arroyuelos y fuentes.[1]

No está clara su indumentaria, o si la llevaban, ya que los relatos las presentan desnudas. Por una parte, se dice que cubrían sus partes íntimas con sus largas melenas rubias o pelirrojas, mientras por otra, se consideraba que llevaban un lienzo de color indeterminado de la cintura a las rodillas. En ocasiones, se cubrían con largas capas negras con cinturones de oro. Podían tener un pecho de gran tamaño que reposaban sobre su hombro derecho.[1]

Relatos[]

Según Manuel Llano, en San Panteleón de Aras conocían su susceptibilidad. Sin embargo, el cura que vivía en la Quintana, una casa cercana a las cuevas de las ijanas, era el único que no las respetaba. Cuando el cura bajaba al pueblo, le desordenaban la casa y se comían sus dulces. En otra ocasión, desaparecieron todos los cuchillos del pueblo para hacer la matanza del cerdo, teniendo que conseguir uno al día siguiente en el pueblo vecino. Poco después, tras la misa, las morcillas habían desaparecido y en su lugar tan solo colgaban sotanas, alzacuellos y bonetes, entre otros. Días después, los vecinos aseguraban haber visto a una ijana beber agua del arrollo y bastante gorda de las morcillas que se había comido. Por ello, el sacerdote mandó a un vecino colocar carros y leña en la entrada de la cueva donde habitaban y prenderles fuego. Creyendo que estaban muertas, al día siguiente los carros y la leña aparecieron junto a la casa del cura y del vecino, aunque no llegaron a incendiarlos. Desde entonces, el pueblo fue consciente de su poder.[1]

Relaciones[]

Se las diferencia de las Anjanas, más bellas y proporcionadas. También se les ha llegado a confundir con las ojáncanas, de un solo ojo. En Mirones, en el municipio cántabro de Miera se advertía a los niños de que no se acercaran a una torca ya que allí vivían los ijanos.[1]

Referencias[]

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 Callejo Cabo, Jesús. «Las ijanas de Aras», Hadas - Guía de los seres mágicos de España, pp. 120. Consultado el 12 de junio de 2017.
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