Wiki Mitología Ibérica
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Duende Zahori

El duende zahorí es uno de los pocos duendecillos de las regiones cántabras que no se dedica a divertirse asustando y molestando a los lugareños. De aspecto desaliñado, es pequeño, moreno, con una cara redonda, nariz larga y afilada, ojos negros y grandes y pelo rubio. Su voz es ronca, como si estuviera enfadado, pero en realidad es muy alegre y su risa es larga y burlona. Se viste con una zamarra roja y siempre anda corriendo de un lado a otro.

Este duende, es especialmente conocido por su gran capacidad de orientación y sobre todo, por su instinto para recuperar y encontrar todo tipo de cosas. Cuando una persona ha perdido algo dentro de La Tierruca, tiene que lanzar un pequeño salmo, muy fácil de recordar para invocarlo.

Duende, duende, duendecito,
una cosa yo perdí;
duende, duende, duendecito,
compadécete de mí.

Si la persona que lo invoca es buena, el duende llega velozmente a escuchar la petición del desolado hombre, mujer o niño. Este pondrá todo su empeño en encontrar el objeto perdido, ya sea un colgante o una oveja, un perro o una diadema. Tras escuchar con atención la descripción del objeto o animal perdido, hace una indicación al que lo invocó para que le siga pero en lugar de dirigirse rápidamente y por el camino mas corto, guía al invocador por caminos angostos, dando muchos rodeos. De este modo, comprueba la voluntad de encontrar el objeto y la confianza del invocador. Si ve que este empieza a impacientarse y a dudar de él desaparece de repente y luego, ya solo, recupera el objeto y se lo regala a algún necesitado. Sin embargo, tiene un corazón de oro y si el que le sigue es un niño o anciano que empieza a cansarse no tiene problemas en cargarle a hombros, pues pese a las apariencias es muy fuerte.

A pesar de su bondad, no es un ser al que convenga enfadar o llamarlo en vano, pues se sabe de la historia de un pastor que, estando en el pueblo tomando unos porrones, le invocó para que encontrase dos ovejas que no había perdido y comenzó a burlarse de él. El duende le preparó una broma por la que el pastor perdió el rebaño entero, encontrándolo todo salvo las dos ovejas que había reclamado en un principio y quedando en ridículo ante todo el pueblo

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