El cuélebre es una serpiente alada que custodia tesoros y personajes encantados. Vive en bosques, cuevas y fuentes de cuevas subterráneas.[1] Sus historias están distribuidas entre Asturias, Cantabria y el sureste y noroeste de León.
Descripción y comportamiento.[]
Ataca a personas y animales. Sus escamas rechazan las balas, pero es vulnerable en la garganta. Cuando envejece y sus escamas se han endurecido y crecido lo suficiente, el mandato divino le impide permanecer aquí, volando a la mar cuajada donde viven los cuélebres viejos expulsados de sus moradas. Protegen las riquezas ocultas del fondo del mar.[1]
Hay diversos modos de acabar con el cuélebre. Para liberar a la doncella retenida, teniendo en cuenta que pierde poder la mañana de San Juan (23 de junio), se debe acudir ese día con reliquias, darle tres besos, apuñalar su garganta y/o quitarle la rosa de la boca.[1]
Similitudes[]
Comparte similitudes con el dragón que custodiaba las manzanas de oro del jardín de las Hespérides en la costa del Atlántico, a quien derrotó Hércules para robar las manzanas.[1]
También se asemeja al dragón que custodiaba el vellocino de oro, que fue adormecido por Medea y asesinado por Jasón.[1]
Distribución geográfica[]
La distribución geográfica del mito del Cuélebre es próximamente la misma que la de las Xanas.[1]
En una cueva a la orilla del mar en Buelnes, concejo de Llanes, Principado de Asturias, España, hay un gran tesoro custodiado por un cuélebre. En Noriega, concejo de Ribadedeva hay una cueva de cuélebre; entre Morcín y Quirós; en Saliencia, concejo de Somiedo y en Oviedo, detrás del convento de Santo Domingo.[1]
El prado del cuélebre está en el Xienal, concejo de Quirós. Braña de Valdecuélebre está en el concejo de Somiedo. Sobre Barrio, concejo de Teverga, está Cuevafrás, donde los pastores dicen:[1]
Cuelebrón de Cuevafrás
baxa al riu y beberás
- ~ Pastores de Cuevafrás
Historias[]
En una cueva de Brañaseca, concejo de Cudillero había un cuélebre enorme. Los vecinos lo mantenían con borona y pan de centeno para evitar que se comiera el ganado, diciéndole:[1]
Abre la boca, Cuelebrón
que ahí te vá el boroñón
- ~ Vecinos de Brañaseca
Esta práctica terminó cuando recibió una piedra al rojo vivo y murió. En el monte de Salinas, en cambio, el cuélebre se tiró al mar, bebió agua y enfrió la piedra que había tragado.[1]
Detrás del convento de Santo Domingo, en Oviedo, está la cueva del Culebrón; en ella vivía un Cuélebre, al cual le tenían que dar lor frailes un pan cada día para que no comiera los cadáveres de éstos, hasta que una vez se les ocurrió darle un pan lleno de alfileres y murió. [1]
Junto al castillo de Soto, en el "cañu del charcu", cerca de la desembocadura del Nalón, había un Cuélebre con alas muy grandes. Un día lo llevó la marea.[1]
En 1917, varios vecinos de Caravia oían silbidos extraños en el bosque del Vallín, y creyendo que era un Cuélebre se armaron de escopetas y allá se encaminaron para darle muerte, pero no encontraron nada.[1]
"En Vega de Cueturrasu**, en el concejo de Cangas de Onís, **de una cueva salía todos los días un Cuélebre a comer una oveja. Una mañana, estando enroscado al sol, oyó el sonido del cuerno de los pastores; aleteó y quedó engolado en la forcadura de una encina y allí le mataron".[1]
En Allande hay una iglesia románica del siglo XI, Santa María de Celón, notable por sus hermosas pinturas al fresco del final del siglo XIV.[1]
Y dice la leyenda que un Cuélebre entraba al templo por un agujero a comer los cadáveres que enterraban allí.[1]
Un día llegó un peregrino y le dio muerte con su lanza. Esta escena está esculpida en una piedra, colocada debajo de la cornisa exterior del ábside.[1]
El Cuélebre desempeña un papel importante en los cuentos populares y en el mito de la mañana de San Juan. También hablan de él los romances. El de "La muerte del impío» dice:[1]
¡Ay del que allí se acercó I
Dragón vermejo le guarda,
el cuélebre volador.
- ~ La muerte del impío
Y el de "La pastorcilla":[1]
iCómo es tan tarde e non viene
la hija de mis entrañas...?
Si los osos la comieron
si algún culebro la encanta... ( ).
- ~ La pastorcilla
Se le conoce como cuélebre en Asturias, cúlebre en Cantabria, culebrón en el norte de las provincias de León y Palencia y está relacionado con la Coca gallega y el Herensugue en el País Vasco.
Se podría definir como una especia de Dragón. Se trata de una serpiente gigante, con o sin cuernos, cuyas escamas son tan duras que únicamente se le puede matar hiriéndole en la garganta o dándole a comer algo que le haga daño. En muchas versiones, al crecer les salen alas de murciélago. Tiene una gran boca por la que escupe azufre y fuego. Sus ojos son ascuas incandescentes.
Se cuenta que una de sus principales funciones es la de vigilar tesoros y personajes encantados. En la mitología astur son frecuentes las referencias a estos tesoros ocultos (ayalgues en asturiano), que por lo común consisten en piezas de oro de gran valor. Para su búsqueda (la gueta l'ayalga) hay unas guías llamadas lliendas (lendas en gallego) que describen los lugares en los que se cree que se encuentran.
Se dice que el cuélebre suele ser molesto para los hombres que viven cerca de su escondite, que puede ser un bosque, una cueva o una fuente, ya que emite silbidos terribles y tiene por costumbre alimentarse de seres humanos, tanto vivos como muertos. Para evitar que esto suceda se le suele entregar alimentos como boroña. Hay múltiples cuevas o pozos en todo el norte de nuestra geografía, que llevan el nombre de cuélebre.
Es el macho de la culebra que no muere de viejo, sino que crece y se transforma hasta convertirse en cúlebre. El cuélebre envejece con los siglos, y entonces las escamas se le crecen, y los ríos le rechazan, y se niega la tierra a soportarlo. No le queda otro remedio que sepultarse en su mar, que se nombra Mar Cuajada. En el fondo de este mar hay un vivero inmenso de diamantes…. Y los hombres, se cogen los diamantes con un trozo de carne y una cuerda; los diamantes se pegan a la carne cuando toca en el abismo y suben cuando ella sube, si consigue salvarse de los cuélebres.
Cuentan la leyendas que el culebre tras tantos siglos de longevidad ya ha perdido gran parte de sus poderes, especialmente en la mágica noche de San Juan cuando no son efectivos sus encantamientos. Por el contrario, la noche de San Bartolomé sale de su cueva con sus poderes acrecentados, provocando tempestades y desatando el terror.
Leyendas[]
En Asturias se cuenta la leyenda del cura de Abamia, que decidido a matar a cuélebre fue a buscarle a caballo con una escopeta. Al salir éste de su cueva, consiguió herirle de un tiro, pero no le causó daño grave. Perseguido por la gran culebra, hubo de huir a uña de caballo. Al atravesar un río, a la sierpe le entró agua en la herida, muriendo en el acto. El cura, ignorando el hecho y presa del pánico, continuó su despavorida huída en la que reventó al caballo, y recordando que al cuélebre le espanta el sonido de las campanas, buscó refugio en un campanario donde – según algunas versiones- falleció de miedo.
A veces muere a manos de los campesinos a los que asusta, que le atacan con los instrumentos que tienen a mano: guadañas, horcas...O le encadena San Pedro. Una leyenda cuenta que un cuélebre habitaba en una cueva detrás del convento de S. Francisco en Oviedo, y todos los días exigía un pan a los frailes, que se lo daban para evitar que devorara los cadáveres de su cementerio –al igual que hacía en la iglesia de Sta. María de Celón, en Allande- Un día, uno de ellos le dio el pan lleno de alfileres y el cuélebre murió.
Algo muy semejante ocurrió en Brañaseca, donde los vecinos tenían que alimentarle con borona y pan de centeno. En una ocasión, cansados ya, lo sustituyeron por una piedra al rojo y consiguieron matarle.
En Cantabria, la historia más conocida es la de San Vicente de la Barquera. En una cueva del acantilado, por el antiguo camino de Santillán de Boria (al cual se le denomina aún camino del cúlebre) habitaba una bestia terrible que amenazaba con asolar los campos si no se le entregaba una doncella virgen al año. Así cada año los aldeanos entregaban con pesar a sus hijas para que fueran devoradas por el monstruo. Le tocó el turno a una doncella que era una fervorosa cristiana. Ella rezó con fe y cuando el monstruo iba a devorarla apareció el apóstol Santiago montado en un caballo blanco. Cuando el gigantesco reptil vio al santo, sus escamas comenzaron a desprendérsele del cuerpo. Santiago le hirió entonces en el pecho y acabó con su vida. Aunque otras versiones de la leyenda afirman que en realidad no murió, sino que huyó a su guarida. Según la leyenda, las herraduras del caballo de Santiago quedaron marcadas en la roca, y de hecho existe una marca junto a la cueva de Cúlebre en forma de herradura.
Fuentes[]
CANO HERRERA, Mercedes, Entre anjanas y duendes. Mitología tradicional ibérica. Valladolid, 2007. http://es.wikipedia.org/wiki/Cu%C3%A9lebre
Ruiz osuna, Pablo, Dragones : Serpientes, lagartos, dragones y otros engendros de la mitología ibérica, 2021, kdp amazon.